UNA SESIÓN
INTENSA Y DEBATIDA
Carlos Zanón se ha convertido en uno de los novelistas más frecuentados
de nuestro club. A la lectura de las novelas No llames a casa (2012), Yo
fui Johnny Thunders (2014) y Marley
estaba muerto (2015), sumamos su última publicación, Taxi (2017), objeto de debate en nuestra pasada sesión. Jesús Lens,
director del Festival Granada Noir, donde se presentó Taxi, abrió la reunión mediante videoconferencia y puso de relieve
algunas claves para el análisis e interpretación de la novela a la vez que
trazaba la semblanza de su autor. Posteriormente, Carlos Zanón contactó con
nosotros desde Burgos, un rato antes de la promoción de su obra en esa ciudad.
Comentó detalles del proceso creativo de la novela, poniendo de manifiesto puntos
de vista particulares sobre los personajes y acciones, especialmente
interesantes al permitir enfrentar el análisis e interpretación del lector con
la del propio autor. En este sentido, respondió a preguntas de los participantes
en la sesión, enriqueciendo sin duda el posterior debate que se produjo en
torno a la novela.
EL PERSONAJE EN SU LABERINTO
EXISTENCIAL
Si existe un punto de vista coincidente en los lectores es que se trata
de una narrativa densa, “espesa”, tal y como la definió Zanón en un momento de
su intervención. Y esa característica no procede obviamente de la trama, al ser
bastante sencilla, sino del tratamiento del personaje principal, Sandino, y del
particular lenguaje empleado en su caracterización por parte del narrador. Narrador
y personaje llegan, en efecto, a confundirse, tanto en los momentos en que
dicha instancia penetra en la conciencia del personaje como en los casos en que
es la voz de Sandino, mediante el estilo indirecto libre, o incluso con el
propio monólogo, quien muestra su tortuoso mundo interior. Es tan evidente la
penetración del narrador en la conciencia del personaje que durante el
intercambio de ideas acerca de la novela se manifestó que el uso de la
omnisciencia resultaba excesivo, de tal modo que el personaje quedaba atrapado
en el universo verbal creado por el narrador. Y es precisamente ese complejo
universo verbal lo que para algunos de los miembros del club, más que una
cualidad del relato, llegaba a hacer, en ocasiones, excesivamente opaca la
lectura, incluso se llegó a comparar en este aspecto esta novela con otras
anteriores suyas, en demérito de Taxi.
Claro que en este asunto, como en tantos otros, también se escucharon opiniones
contrarias, en cuanto que es justamente este rasgo, el que posibilita acceder a
la intimidad del personaje, a los entresijos de su existencia, a sus dudas y
miedos.
El hecho evidente es que nos encontramos ante una novela de personaje, y
que en nuestra experiencia lectora, percibimos a éste, al protagonista, como
persona, es decir, con rasgos de personalidad y carácter extrapolables desde el
universo literario, ficticio, del que procede, a nuestro ámbito de experiencia
real. Hasta tal punto que ocurre con Sandino lo que sucede con determinados
personajes literarios: nos resistimos a que el final de lectura suponga una
despedida absoluta. Tal vez por esa razón se le preguntó a Carlos Zanón si
abandonará definitivamente al personaje Sandino en París, en la conclusión de
la novela, o lo retomará para relatarnos sus nuevos avatares, a lo que el autor
respondió que cualquier cosa puede ocurrir…
Sandino, un personaje en busca de su identidad a través de un periplo de
siete días consecutivos, siete jornadas correspondientes a las siete secciones
en que se integran los cuarenta capítulos que constituyen la novela, cada uno
de ellos con el nombre de una canción y a la vez un homenaje al grupo The
Clash, a uno de cuyos temas se debe el nombre del personaje, Sandino. Un claro
guiño al lector, por parte del autor, al que gusta referenciar títulos de temas
musicales, como quedó de forma patente en su Yo fui Johnny Thunders. En la playlist de este blog, en cuya elaboración participó activamente Zanón, podemos escuchar
piezas de su preferencia, referenciadas en la obra.
BÚSQUEDA DE SENTIDO A LA
EXISTENCIA: LA ÉPICA DE LO COTIDIANO
Sandino se nos aparece como un personaje inmaduro, insatisfecho con su
vida, consciente de que es un perdedor, de no hacer las cosas bien, en
permanente estado de insomnio y en búsqueda, en el fondo, de un hecho que dé
sentido a su existencia. Este sentido pretende hallarlo en su relación con las
mujeres, frustrada por una u otra causa, pero en el fondo por su rechazo al
compromiso. Así discurren a largo de la narrativa personajes tales como Lola,
Verónica, Nat, Sofía…, entre otras, conformando un grupo femenino que suscitó
opiniones de nuevo enfrentadas, desde quienes las consideraban como mero telón
de fondo para el desarrollo del personaje principal, hasta quienes opinaban que
el autor posee un acertado conocimiento del universo femenino por el modo de
caracterizar a dichos personajes.
Sin embargo, el personaje principal presenta otros rasgos positivos,
tales como la bondad, la generosidad, la lealtad y el sentido de la amistad. El
hilo conductor de la narrativa parte, en este aspecto, de su voluntad de ayudar
a Sofía, compañera de profesión, a resolver el conflicto en que se ve inmersa
al haberse apropiado de parte del alijo de drogas y dinero que unos traficantes
abandonaron en su vehículo. Otras secuencias recurrentes, tales como la relación
que establece con los hijos de Nat, el trato con su propia familia, la ayuda
que ofrece a Ahmed, el comportamiento que manifiesta con la pasajera anciana a
la que auxilia… dan cuenta de estas cualidades del carácter de Sandino.
Al igual que Odiseo, que regresa de Troya en busca de su soñada Ítaca, Sandino
también tiene un objetivo, ir hacia adelante a la búsqueda de un sentido para
su existencia, una búsqueda a ciegas por las calles de una Barcelona, sobre
todo nocturna, durante siete días consecutivos en los que se condensa la acción
de la novela, en un viaje que también es interior. Una Barcelona nocturna descrita
en los ambientes que nos retrotraen a décadas pasadas, un reflejo del submundo
de la ciudad.
En este periplo, en el que no faltan tonos valleinclanescos, el
personaje porta una urna fúnebre con las cenizas de su abuela recién
incinerada, situación que da lugar a episodios hilarantes, y del chiflado Jesús,
otro personaje que protagoniza sucesos de evidente humor negro. Por último la
acción finaliza con la huida a un París próximo a los atentados terroristas en
la sala Bataclán, lugar al que se dirige el protagonista junto con el hermano
de Ahmed, a quien la familia quiere alejar de Barcelona al haber sido captado
por los yihadistas. Una alusión que presupone un cierre en un último círculo, el
del infierno, abierto a la interpretación del lector. Carlos Zanón afirmó que
este desenlace era totalmente intencionado.
Por otro lado, las analogías con la obra de Homero, que no vamos a
desgranar aquí, son evidentes. Al igual que Ulises, Sandino se hace llamar
Nadie, y son evidentes ciertos paralelismos con los pasajes del cíclope y su
cueva; algunos personajes tienen nombres homéricos, como Héctor o Helena;
episodios que tienen como referentes a los personajes Nat o Quim pueden
asimilarse a otros del texto clásico… Se inscribe, pues, Taxi, en una tradición narrativa que, a partir de Ulises de Joyce, pone de manifiesto, más
o menos explícitamente, que el héroe contemporáneo es el personaje anónimo, no
representante de la colectividad sino del propio individuo, y que la épica de
su gesta, al contrario que la del héroe clásico, es la épica de la
cotidianeidad.
Y este es el sentido que Fidel Pernía ha pretendido transmitir al pan
que ha elaborado para la ocasión: un alto porcentaje de chocolate negro, que
recrea el ambiente de la narrativa, con espiral interior de mermelada de
frambuesa, círculos que simbolizan el laberinto del que el protagonista no
puede escapar, y filigranas que representan las calles que recorre en su
insomnio permanente noche tras noche. En definitiva, una explosión de sabores,
una exquisita recreación culinaria de este Ulises que es incapaz de encontrar
su Ítaca.
Federico Ruiz Rubio
Miembro de Tres con libros
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