viernes, 17 de febrero de 2017

Resumen de la sesión de "Estirpe" de Marcello Fois



Iniciamos el año en nuestro club de lectura con la recepción y debate de una nueva novela, Estirpe, del escritor sardo Marcello Fois, editada por Hoja de Lata. Se abrió la sesión con la presentación de la novela, mediante videoconferencia, por parte de Laura Sandoval, corresponsable de la editorial, que respondió a las preguntas de Olga y de parte de los asistentes. Tras recibir el agradecimiento por la colaboración de la editorial con la biblioteca, Sandoval trazó una semblanza personal del escritor, destacando, mediante algunas anécdotas, valores tales como su sensibilidad, inteligencia y sentido del humor. Puso de relieve, así mismo, la importancia del autor en el panorama de la literatura italiana actual y la buena acogida de su literatura por parte de la crítica. Estirpe constituye la primera parte de una trilogía, cuyos dos restantes volúmenes se publicarán en español en fecha próxima, probablemente a partir de octubre o noviembre de este mismo año.


Durante el debate que siguió a la intervención de la editora, se comentaron aspectos tales como la calidad de la prosa de Fois, junto a la magnífica traducción de Francisco Álvarez, que permite al lector en lengua española calibrar la altura del lenguaje poético, rezumante de humanidad, que aparece diseminado a lo largo de la narrativa. De hecho, el uso de la cursiva en ciertos pasajes, criticado por algunos de los participantes al suponer una suspensión de la narración, fue interpretado por parte de otros como un recurso pertinente encaminado, mediante la pausa, a explicar poéticamente la tragedia que sufren los personajes. Dichos personajes se comunican mediante diferentes registros, si bien se hizo referencia a la disimilitud entre su nivel de expresión y su supuesta formación intelectual, escasa o nula en algunos de ellos.

La trama se desarrolla en un mundo rural y cerrado, correspondiente a la Cerdeña de las primeras décadas del siglo pasado, y narra el origen, ascenso y declive de una familia. Pero aún más que el marco espaciotemporal, y desde una perspectiva universalista, la novela supone sobre todo una reflexión, a partir de los personajes, sobre el sentido de la vida. Los personajes, comunes y nada relevantes desde el punto de vista histórico, van asimilando los hechos que marcan su biografía, pautada por espacios de felicidad, a veces muy menguados, encuadrados entre vivencias dolorosas. Se trata de una narración que profundiza en los sentimientos, en su análisis, a través de una rica gama de recursos expresivos, en una permanente búsqueda de sentido a la existencia. Así, la familia se provee de su propia historia, a partir de las indagaciones de Luigi Ippolito sobre el apellido Chironi, por la necesidad de crear un linaje de referencia, una estirpe, tal como se titula la novela, que nace en una humilde herrería. Y tal como el hierro, material duro y resistente pero maleable en la fragua, el linaje de los Chironi se irá adaptando a las peores circunstancias, si bien su continuidad parece garantizada, aunque habrá que esperar, en este sentido, a la publicación de los dos volúmenes restantes de la saga.

Se puso de manifiesto, pero con puntos de vista diferentes, que se trata de una novela con evidente presencia de género: una narrativa principalmente masculina, en cuanto a que los silencios excesivos evitan la emergencia de los sentimientos ante acontecimientos que llevan la vida al límite, o bien femenina, por jugar las mujeres un papel fundamental por la fuerza y pasión que generan con sus actos. 

Pero los personajes responden, tal vez  más allá de la perspectiva de género, a la superación de lo que la vida les depara, al ser capaces de sobreponerse al dolor, tal es el caso de Michele Angelo y Mercede tras el asesinato brutal de los gemelos Pietro y Paolo. Solo se rinden cuando sienten que su mundo de creencias se derrumba, como Mercede, que experimenta de qué modo tan cruel, el peor destino se ensaña con su familia. O como Luigi Ippolito, cuyo proyecto de vida se pulveriza al confrontarlo con la realidad de las vivencias espantosas de la guerra. Porque la novela, según se mostró durante la sesión, puede ser entendida como un alegato antibelicista, al ser la guerra y sus consecuencias, junto con la emergencia y triunfo del fascismo en Italia, el elemento de dispersión y dolor que aniquila a la familia: Luigi Ippolito, Gavino, Marianna, Mercede… 

La estructura de la novela fue objeto de puntos de vista divergentes. Para algunos se trata de una estructura desconcertante, con elementos deslavazados, o bien con una acumulación de tragedias encadenadas cuyo resultado es forzar precisamente un excesivo contenido trágico.

Respecto a las influencias, hubo alusiones a la novelística latinoamericana de los ochenta en cuanto al tratamiento de la organización temporal y la presencia de un relato de los orígenes, en este caso de Nuoro, con ecos lejanos del Macondo de García Márquez. También se apuntaron huellas de Tolstoi, Dostoievski, Saramago…

En conclusión, al tratarse solo de una parte de la historia, la obra solo adquirirá un sentido completo, cuando se complete la lectura de los volúmenes que faltan por publicar. Solo entonces podrá valorarse en su totalidad.


Y como colofón habitual, durante la sesión saboreamos el pan de Fidel Pernia elaborado para la ocasión, con el nombre de Aparente humildad, basado en la temática de Estirpe. En forma de gruesa losa, como el destino que cae sobre la familia, su exterior aparece cubierto sencillamente de masa de pan y manzana, mientras que en su interior, entre otros ingredientes, encontramos Grana Padano, Scamorza Affumicata, frutos secos y otros componentes selectos. Ocultos a la vista, hacen referencia a una de las frases expresadas por uno de los personajes de la novela en relación a la envidia y a sus nefastas consecuencias, en cuanto que la dicha debe mantenerse oculta: “La felicidad no agrada a quien no la tiene”. Y precisamente, en alusión a dichas consecuencias, y junto a una copa de vino generoso, gentileza de una de las componentes del club, pudimos saborear a la vez una extraordinaria sangre encebollada, elaborada por Ana María Pérez cuya elección del plato se debe tanto al origen rural del mismo, en relación con el entorno espacial de la historia, como al nombre que lo identifica, tan elocuente respecto al contenido de la novela.

Federico Ruiz. Tres con libros




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