La tarde del martes 18 de octubre, como os adelantamos, la pasamos en la maravillosa Biblioteca Pública "Infanta Elena" en la presentación de la nueva novela de Petros Márkaris. Alejandro Luque realizó la presentación del autor y ha accedido a que la publiquemos en nuestro blog. ¡Muchas gracias Alejandro por contribuir al blog!
"Se dice que, si dentro de 50 o 100 años alguien quisiera saber de veras cómo era la sociedad de nuestro tiempo, no acudiría a las hemerotecas, pues los periódicos están siempre sujetos a tendencias ideológicas y presiones de grupos de poder. Si quisiera entender cómo fueron estos tiempos turbios, habría que recurrir a las novelas negras o policiacas, o como diría el librero Paco Camarasa, a la literatura negrocriminal.
En las últimas décadas, este género que nació en Estados Unidos en las convulsas primeras décadas del siglo XX ha visto nacer a ilustres representantes regionales, lejanos parientes de Sam Spade, Philipe Marlowe y Maigret: España tuvo a Carvalho y conserva entre otros a Petra Delicado, a Toni Romano y a Méndez; Italia cuenta con Montalbano, Brunetti y Tancredi; Cuba, con el detective Mario Conde; Argelia, con Brahim Llob; Suecia presume del inspector Kurt Wallander. Y Grecia es más segura gracias al comisario Kostas Jaritos.
Nos detenemos en este último para dar la bienvenida a España a su creador, Petros Markaris, conocido entre los cinéfilos como guionista de uno de los grandes cineastas griegos, Theo Angelopoulos, pero consagrado entre los lectores gracias a una saga que ya cuenta en España con cinco títulos y varios miles de seguidores incondicionales.
A diferencia de otros ilustres colegas de ficción, Kostas Jaritos no es el clásico policía desengañado, zarandeado por la vida. Se trata, por el contrario, de un servidor de la ley entrado ya en años, un poco chapado a la antigua, casado y padre de familia, al que a menudo le cuesta asimilar los cambios que ha experimentado su país en las últimas décadas, con nuevas formas de criminalidad y transformaciones sociales no siempre bien asimiladas.
Así en Noticias de la noche el comisario se enfrentaba a un caso donde se mezclaba la cuestión de la inmigración con el asesinato de una periodista; en El accionista mayoritario, el peligro tomaba forma de comando terrorista, pero el escritor abordaba también el mundo de la publicidad. En Defensa cerrada, se sumerge en las turbias aguas de la noche ateniense. En Muerte en Estambul, Márkaris regresa a su ciudad natal para aguarle las vacaciones a Jaritos y ponerlo a trabajar en un caso de desapariciones.
Ahora, en Con el agua al cuello, el escritor parte de una fantasía muy extendida en los últimos tiempos entre la ciudadanía, el asesinato de un banquero, para ofrecer la radiografía de una Grecia hundida en su peor depresión económica, expoliada y acosada por la deuda. En sus páginas veremos cómo se desarrolla la vida cotidiana en estos tiempos difíciles. Sabremos que Jaritos ha cambiado su fiel Mirafiori por un Seat con GPS, pero también que hay cosas que no cambian: el gusto del comisario por la lectura de diccionarios, el arte de Adrianì para hacer deliciosos platos o los roces generacionales de estos padres con su hija, Katerina.
Volveremos a desplazarnos por una de las ciudades más fascinantes del mundo, sentiremos cómo la calle hierve de indignación, pulsaremos el desasosiego de los contribuyentes ante los crecientes recortes y, de propina, sabremos cómo vivieron los griegos la final del Mundial de Fútbol en la que La Roja se impuso a Holanda.
Pero, sobre todo, creo que esta novela tiene la virtud de acercarnos a una realidad que nos toca muy de cerca y que, con demasiada frecuencia, tendemos a ver como algo lejano y ajeno. La magia de la literatura convierte las cifras que vemos a diario en los telediarios en personas de carne y hueso que aman y sufren, y los conflictos que vemos en televisión como si fuera una película bélica se vuelven dramas reales, con rostro, nombres y apellidos. Y nos obliga a pensar qué he mos hecho mal para que la cuna de la civilización occidental, el corazón de nuestro Mare Nostrum, esté pagando hoy los platos rotos de los tahúres de la economía y las finanzas.
Para hablar de todo ello tenemos hoy con nosotros a Petros Markaris, para quien pido un aplauso de bienvenida".
Alejandro Luque
"Se dice que, si dentro de 50 o 100 años alguien quisiera saber de veras cómo era la sociedad de nuestro tiempo, no acudiría a las hemerotecas, pues los periódicos están siempre sujetos a tendencias ideológicas y presiones de grupos de poder. Si quisiera entender cómo fueron estos tiempos turbios, habría que recurrir a las novelas negras o policiacas, o como diría el librero Paco Camarasa, a la literatura negrocriminal.
En las últimas décadas, este género que nació en Estados Unidos en las convulsas primeras décadas del siglo XX ha visto nacer a ilustres representantes regionales, lejanos parientes de Sam Spade, Philipe Marlowe y Maigret: España tuvo a Carvalho y conserva entre otros a Petra Delicado, a Toni Romano y a Méndez; Italia cuenta con Montalbano, Brunetti y Tancredi; Cuba, con el detective Mario Conde; Argelia, con Brahim Llob; Suecia presume del inspector Kurt Wallander. Y Grecia es más segura gracias al comisario Kostas Jaritos.
Nos detenemos en este último para dar la bienvenida a España a su creador, Petros Markaris, conocido entre los cinéfilos como guionista de uno de los grandes cineastas griegos, Theo Angelopoulos, pero consagrado entre los lectores gracias a una saga que ya cuenta en España con cinco títulos y varios miles de seguidores incondicionales.
A diferencia de otros ilustres colegas de ficción, Kostas Jaritos no es el clásico policía desengañado, zarandeado por la vida. Se trata, por el contrario, de un servidor de la ley entrado ya en años, un poco chapado a la antigua, casado y padre de familia, al que a menudo le cuesta asimilar los cambios que ha experimentado su país en las últimas décadas, con nuevas formas de criminalidad y transformaciones sociales no siempre bien asimiladas.
Así en Noticias de la noche el comisario se enfrentaba a un caso donde se mezclaba la cuestión de la inmigración con el asesinato de una periodista; en El accionista mayoritario, el peligro tomaba forma de comando terrorista, pero el escritor abordaba también el mundo de la publicidad. En Defensa cerrada, se sumerge en las turbias aguas de la noche ateniense. En Muerte en Estambul, Márkaris regresa a su ciudad natal para aguarle las vacaciones a Jaritos y ponerlo a trabajar en un caso de desapariciones.
Ahora, en Con el agua al cuello, el escritor parte de una fantasía muy extendida en los últimos tiempos entre la ciudadanía, el asesinato de un banquero, para ofrecer la radiografía de una Grecia hundida en su peor depresión económica, expoliada y acosada por la deuda. En sus páginas veremos cómo se desarrolla la vida cotidiana en estos tiempos difíciles. Sabremos que Jaritos ha cambiado su fiel Mirafiori por un Seat con GPS, pero también que hay cosas que no cambian: el gusto del comisario por la lectura de diccionarios, el arte de Adrianì para hacer deliciosos platos o los roces generacionales de estos padres con su hija, Katerina.
Volveremos a desplazarnos por una de las ciudades más fascinantes del mundo, sentiremos cómo la calle hierve de indignación, pulsaremos el desasosiego de los contribuyentes ante los crecientes recortes y, de propina, sabremos cómo vivieron los griegos la final del Mundial de Fútbol en la que La Roja se impuso a Holanda.
Pero, sobre todo, creo que esta novela tiene la virtud de acercarnos a una realidad que nos toca muy de cerca y que, con demasiada frecuencia, tendemos a ver como algo lejano y ajeno. La magia de la literatura convierte las cifras que vemos a diario en los telediarios en personas de carne y hueso que aman y sufren, y los conflictos que vemos en televisión como si fuera una película bélica se vuelven dramas reales, con rostro, nombres y apellidos. Y nos obliga a pensar qué he mos hecho mal para que la cuna de la civilización occidental, el corazón de nuestro Mare Nostrum, esté pagando hoy los platos rotos de los tahúres de la economía y las finanzas.
Para hablar de todo ello tenemos hoy con nosotros a Petros Markaris, para quien pido un aplauso de bienvenida".
Alejandro Luque